10 agosto 2010

Criaturas II

Con cada paso que daba, las punzadas del hambre le torturaban un poco más. Se calmó a si mismo pensando que tan solo cinco metros le separaban de su objetivo.
Comenzó a agazaparse ligeramente a la vez que sonreía malévolamente. Su encanto vampírico actuó deprisa, y en menos de dos segundos la chica ya le miraba directamente a sus profundos ojos negros.
No esperó más. Saltó de repente, con la rapidez de un rayo, sobre la joven.
Pero algo fue más rápido que él. Un destello plateado apareció por el límite de su visión, y sintió un golpe seco en el pecho, seguido de otro en la espalda. Tardó en comprender que había caído bruscamente de espaldas sobre el duro asfalto, con fuerza suficiente como para robarle el aliento, si lo hubiese tenido.
Se incorporó rápidamente, y una punzada de dolor le atravesó el pecho. Bajó la vista, y vio que la camisa había sido rasgada, y bajo ella asomaba un tajo sangrante que cruzaba su torso. El líquido escarlata contrastaba con la piel blanquecina como un la luz de un faro en la oscuridad. Alzó la mirada hacia la chica, con una mueca agresiva. Los labios se le habían hecho hacia atrás, mostrando  sus puntiagudos dientes, y sus largos y afilados colmillos. Las pupilas se habían dilatado, causando el efecto de que sus cuencas habían sido llenadas de oscuro alquitrán. 
Sin embargo, la chica no se mostró horrorizada, asustada, ni siquiera un poco intimidada. Estaba de pié ante él, sosteniendo en la mano un látigo de metal manchado de sangre que centelleaba bajo la luz pobre luz de las farolas con gesto amenazador.
-Bastardo animal-le dijo en tono severo- sabes que los de tu especie no podéis cazar mundanos… aunque…-repentinamente, su tono cambió a uno socarrón- con esa escusa, podré patearte el pálido trasero un rato.
La criatura, presa de la furia y la cólera, comenzó a acercarse con pasos lentos, pero furtivos. Ella dio un paso atrás.
-Eh… vale, no es para que te pongas así… Apuesto a que lo que te pasa es que tienes sed. Yo también –sacó una pequeña botella llena de agua de la pequeña mochila negra que llevaba colgando de un brazo y se la acercó a los labios- no hay nada mejor que poder calmar la sed con un poco de agua, ¿no te parece?-dio un trago, y le tendió la botella al vampiro- ¿quieres? ¿No? Uhm- se encogió de hombros, y, tras dar un par de tragos más, se echó el resto de líquido encima, empapándose.
La criatura no paró a pensar a cerca del extraño comportamiento de la joven. A veces, sus víctimas sentían tanto pánico que hacían cosas extrañas, no era ninguna novedad. Aunque ninguna de ellas se había atrevido nunca a plantarle cara con un látigo, y por ello, él le obsequiaría con una muerte más lenta y dolorosa de lo habitual. 
Pensó como se sentiría cuando la sangre de la chica bajara por su garganta, y el hambre se hizo insoportable, dándole la suficiente fuerza como para saltar sobre su víctima otra vez, tan rápidamente que cualquiera que le hubiese visto no podría haber captado más que una sobra en el aire.
Pero no cayó sobre ella, sino justo detrás. Rodeó el cuello de la chica con los brazos antes de que ella pudiera girar sobre si misma y buscó un hueco para morderla. Le sorprendió comprobar que ella no oponía resistencia, y durante un instante se preguntó si la había asfixiado, o si le habia partido el cuello.
Desechó la idea cuando sintió latir su corazón bajo el pecho, y la sangre fluir por sus venas a ritmo constante. Algo dentro de su mente gritó, y bajó la cabeza para poder poner fin al vacío de su estómago.
Sintió la cálida piel con los labios, y la rozó con los colmillos… antes de sentir un dolor que le abrasaba la cara y los brazos. Siseó como si se tratara de un gato enfadado, y dio un paso atrás. Se acarició la cara, que parecía estar ardiendo, mientras emitía lastimeros gemidos.
La chica chasqueó la lengua.
-Si… es lo que tiene el agua bendita, no os suele sentar muy bien. Pero yo siempre llevo una botella, por que calma la sed la mar de bien.
La criatura nocturna intentó regenerarse, pero estaba demasiado hambriento para eso. Sabía que si no ingería sangre en poco tiempo, terminaría por morir, a causa de las heridas que aún seguían abriéndose sobre su piel mojada.
-Seguro que ahora te estarás preguntando por que diablos no optaste por la sangre animal, como hacen todos los chupasangres que respetan la ley-hizo una pausa, y rió ligeramente-. Un conejo no te hubiese hecho eso en tu hermoso rostro vampírico.
Desesperado, el vampiro utilizó sus últimas fuerzas para correr hacia la chica, con las garras extendidas, lanzando un sonido fiero desde el fondo de la garganta. Un chasquido partió el aire en dos, y el látigo plateado le rodeó las piernas, haciéndole caer de nuevo.
-Debería dejarte morir, o entregarte a algún cazador de sombras… pero yo tampoco me llevo muy bien con la ley, así que…
Volvió a rebuscar en la mochila, y sacó una especie de bolsa de plástico, que arrojó al lado del vampiro, a la vez que recuperaba su látigo de un fuerte tirón.
-Intenta no matar a nadie…la gente de esta ciudad ya tiene demasiados problemas.
Los oscuros ojos de la criatura siguieron con la mirada a la chica, mientras se alejaba caminando calle abajo, a paso ligero. Cuando su esbelta figura se perdió entre las sombras, le echó un vistazo a lo que ella había arrojado a su lado.
Una bolsa llena de sangre animal.



08 agosto 2010

Dilemmas. I hate it. X

La puerta estaba cerrada, como siempre, y las llaves estaban pérdidas entre todos los trastos que había en mi bolso. Pero claro, para poder encontrarlas, necesitaría recuperar mi mano, a la que Strify seguía aferrado mientras me miraba sin pestañear y se balanceaba suavemente.
-Strify… me devuelves mi mano?-pregunté riendo.
Él miró nuestros dedos entrelazados, y después volvió a fijar la vista en mí. Parecía estar pensándoselo, pero al final me soltó, y pude comenzar a rebuscar en mi bolso. Supongo que la tarea en sí parecía interesante, por que tuve su par de ojos de cristal clavados en mí todo el rato. Y las malditas llaves… donde diablos se habían metido??
-Puedes sujetarme esto un momento, por favor?-le dije a Strify a la vez que le pasaba la cartera, el móvil, el estuche de manicura y un par de cosas más que abultaban mucho.
-Claro…-dijo él, riendo.
Creo que encontré las llaves en tan solo un par de minutos. Después volví a meterlo todo.
-Gracias.
-No hay de qué.
-Creo…que tienes de todo ahí dentro.
-No… hay una cosa que no tengo…
Él levantó una ceja.
-Cual?
-Orden.
Sonreí para mí misma mientras me volvía para abrir la puerta. Si, está bien, el chiste era malísimo, pero tenía que decirlo. Cuado la puerta estuvo abierta, puse un pié en la junta para que no se cerrara y me di la vuelta. Strify estaba quieto, tal como se había quedado después de que le respondiera, con la boca semi abierta, y los ojos ligeramente contornados. Incliné la cabeza, pero él no se movió. Comenté a inquiéranme. God, a ver si me lo cargué con el chiste. Me estaba preocupando seriamente cuando de momento enfocó la mirada otra vez, antes de comenzar a descojonarse. Su aguda risa rebotó en el portal, formando eco. Seguramente si alguien que bajaba por las escaleras la había escuchado, se le hubiesen puesto los pelos de punta, pero a mí, personalmente, me parecía una risa encantadora.  De pronto se puso serio y se apartó la greña de los ojos. Estaba rojo de reírse.
-Vale, no lo había pillado.
En ese momento fui yo la que me descojoné. Mi risa, que no tenía nada que envidiar a la escandalosa de la de Strify, también rebotó por el portal. Por suerte, pude calmarme en unos segundos, justo a tiempo para ver que Strify me estaba mirando con media sonrisa en los labios. Sentí como me ponía roja.
-Qué?
-Por fin he encontrado a alguien que se ríe como dios manda-dijo con voz hueca, como si estuviera pensando- me gusta.
Bien, entonces yo me puse más roja aún, y él también, al darse cuenta de lo que acababa de decir.
-Lo mismo digo-sonreí, para quitarle importancia, supongo.
El sonido de una puerta al cerrarse bajó rebotando por las escaleras, hasta el portal.
-Bueno… uhm… te llamaré-dijo Strify, recuperando la serenidad.
-Eso espero. Gracias por la comida, Strify-dije, sin dejar de sonreír.
Titubeé unos segundos. Aquél era el momento en el que supuestamente tenía que despedirme de él… tal vez la mejor forma de hacerlo fuera con un beso… pero un beso en la segunda cita… iba en contra de muchos de mis principios. Si, está bien, llámame ñoña o lo que tú quieras… pero a estas alturas ya deberías tener asumido que soy así.
Bueno, en fin, lo que hice fue inclinarme y presionar un beso en su mejilla, perfecta, y extrañamente suave.
-No hay de qué-respondió, sonriendo.
-Adiós, Strify.
-Adiós, Amy.
Antes de cerrar la puerta le miré por última vez. Le miré directamente a sus ojos perfectos, y pude leer algo en ellos, por que con aquella mirada me dijo muchas cosas. Me dijo que podíamos tener futuro, que aquel contacto podía ser uno de los que podíamos tener, y que él nunca me dejaría si le permitía estar a mi lado. Palabras entonces mudas que más tarde me serian confirmadas.
Comencé a andar por el portal, obligándome a no mirar atrás, por que sabía que si no encontraba a nadie a través del cristal, podría sentirme ligeramente deprimida.
Espera… deprimida? Por dios! Acababa de pasar un rato genial con un chico maravilloso y perfecto, habíamos hablado de todo, y me había acompañado a casa. Y lo mejor de todo es que a él le gustaba estar con migo.
Subí alegremente hasta la entrada de mi piso. Cuando me disponía a meter la llave en la cerradura, la puerta se abrió ante mí. Luk estaba allí, con una enorme sonrisa, y las cejas extrañamente inclinadas. Expresión resultante: pervertido. Yo levanté una ceja, un poco confundida, y él me agarró del brazo y me arrastró hacia dentro. Cuando me di cuenta, estaba en el sofá, y Luk a mi lado, mirándome con estrellas en los ojos y las manos agarradas delante del pecho.
-Eh…-pude decir.
-Ahhh!!! Oh my God!!-dijo de pronto, haciéndome saltar, y me pellizcó una mejilla-que cosa más mona!!
-Lucas, Lucas!!!-Exclamé, intentando quitármelo de encima- se puede saber que es lo que te pasa??
-Como que qué me pasa?-dijo riendo, y carraspeó para cambiar el tono de voz para imitar a Strify-“ Por fin he encontrado a alguien que se ríe como dios manda”
Noté como la sangre acudía a mis mejillas y bajé la vista.
-Ah… eso…-entonces caí en algo- espera!!?? Nos has estado espiando por el telefonillo??-Él asintió, intentando disimular- Lucas! Cotilla!
-Bueno, bueno, bueno, bueno… y que más da? Dios! Ha sido precioso! Me tienes que contar como fue la cita de principio a fin, sin omitir ni un solo detalle!
-Pues…
-Espera!! Te ha besado, eh? Te ha besado?
-No! Solo es la segunda cita!
Luk hizo cara de decepción, pero después sonrió ampliamente.
-Oh… encima es romántico… hombres como esos hay pocos, querida… Bueno, cuéntame!
-Bueno, pues…
-Espera! Donde te ha llevado?
Yo no pude evitar reír. Él estaba incluso más nervioso que yo. No paraba de dar botes en el sofá y hacer palmas.
-Luk! Contrólate! Me estás poniendo de los nervios!
-Lo siento-dijo, quedándose un poco más quieto-pero es que quiero saberlo y no me lo cuentas!
-Eso estoy intentando, loco, pero es que parece que te hayas bebido tres litros de café.
-En realidad solo fueron dos-murmuró.
-A ver… fui a su apartamento y allí estaban Kiro y… Yu.
-Yu? Está bueno?
-Bueno, no se como se lo montan, pero todos ellos son… tremendamente apuestos.
-No será gay, no?
-Creo que ninguno de ellos es homosexual, Luk…-dije, y puso cara de fastidio- pero por lo que sé, Kiro es bisexual.
Rápidamente, su cara cambió de nuevo, y volvió a sonreír y a saltar como un eufórico.
-Bueno, ya hablaremos de Kiro más tarde. Ahora cuéntamelo todo todo todo! Ya!
Tardé por lo menos una hora en contarle la cita. Algunas veces me tocaba remontar para repetírselo todo más detalladamente, como él pedía. Sin embargo, la realidad es que contárselo todo me ayudó a calmarme bastante. Cuando terminé de hablar, mis labios estaban en llamas. Pero no por la larga conversación en sí, si no por que recordaba el contacto con la suave mejilla de Strify. No pude evitar pensar que si con un beso como aquél ya sentía esas cosas… como habría sido un beso en los labios…
A la mañana siguiente, Lucas me despertó, más o menos. Golpeó la puerta varias veces gritando como un histérico antes de entrar en la habitación dando saltos. Me incorporé de golpe, y sentí una punzada en la cabeza. Intenté ignorarla, pensando que había sido a causa del repentino despertar que mi compañero me había regalado,  y me concentré en intentar entender lo que estaba gritando. Mi cerebro aún estaba dormido, pero por suerte vi que tenía un teléfono en la mano.
-Es él! Tu príncipe azul!

~ · ~ ·  ~
Bueno, tenía la historia abandonada, y aún 
me quedaba algo escrito para subir. 
Así que... aquí está. Y si os pensabais que os habiais
librado de Amy y sus dilemas, lo siento, pero aún 
quedan historia por delante.
Si lees, comentas ^3^

07 agosto 2010

Criaturas

El cielo estaba limpio aquella noche, gracias a las lluvias que se habían encargado de eliminar parte de la suciedad que flotaba en el ambiente de una gran ciudad como aquella, dejando la cúpula celeste lo suficientemente despejada como para ver las estrellas brillar –en lugares donde la contaminación lumínica lo permitía- como débiles luciérnagas atrapadas en un mar de tinieblas.
Además, las lluvias dejaron tras de sí el frío que precedía el invierno, ahuyentando a los transeúntes que algunas veces se aventuraban a pasear en las horas oscuras del día.
Así pues, las calles eran tranquilos cementerios de asfalto dominados por el silencio y la tranquilidad, que solo se veía turbada en el centro, al ser rasgada por la sirena de alguna ambulancia o de un coche patrulla, o por el tráfico, que aunque más ligero a aquellas horas, no podía desaparecer jamás.
Después de todo, aquello era New York.
Pero incluso New York había zonas que quedaban totalmente desiertas a las afueras de la ciudad, calles que quedaban devoradas por la oscuridad, y callejones que amparaban con su profunda oscuridad a diabólicas criaturas.
Criaturas que no se sentían intimidadas pr las glaciales acuchilladas del viento ni por las tinieblas que paseaban libremente, adueñándose de aquellas horas, y que no dudaban en abandonar sus escondites diurnos para saciar la sed de muerte, sangre y caos que torturaban sus corrompidas mentes.
Una de ellas salió del almacén abandonado donde solía resguardarse de los mortíferos rayos del sol. Notaba el vacío en su estómago, el dolor del hambre le corroía las tripas. Estaba peligrosamente hambriento.
La luz de la luna se reflejó en él, provocando que su pálida piel brillara fantasmagóricamente, y añadiendo en sus ojos oscuros como pozos sin fondo un brillo sobrenatural. Comenzó a deambular por las calles, ágil como un gato, silencioso como una sombra, en busca de algo –o alguien- que llevarse a la boca.
Tuvo suerte, no tardó mucho en localizar a una bonita chica que caminaba sola, con paso ligero. Olfateó el aire, y sintió el olor de su sangre, corriendo por sus venas bajo la piel morena. Sangre joven, limpia, tibia, nutritiva y dulce.
 
Se deshizo de las sombras que le habían mantenido oculto y caminó hacia ella.
Algunos de sus hermanos permanecían escondidos, acechando, y saltaban sobre su presa cuando esta pasaba cerca, ignorando el peligro al que se habían expuesto. A él, aquella clase de tácticas le parecían absurdas.
La naturaleza les había obsequiado una belleza sobrenatural, un encanto hipnótico, un halo misterioso que era capaz de capturar a cualquier humano al que se acercara.  Y él lo aprovechaba. Caminaría hacia ella, y esperaría hasta el momento en el que se cruzaran. En cuanto la mirada de la chica se encontrara atraída por la suya, saltaría sobre ella, para clavarle los afilados colmillos, y entregarla a las frías garras de la muerte.

~ · ~ · ~
Bueno, que conste que esto es un  experimento que escribí en 
una libreta (presa del aburrimiento) y que no me gusta nada 
escribir en papel, asi que no me lo tengais mucho en cuenta, please.
No obstante, agradeceré comentarios. ^w^