07 agosto 2010

Criaturas

El cielo estaba limpio aquella noche, gracias a las lluvias que se habían encargado de eliminar parte de la suciedad que flotaba en el ambiente de una gran ciudad como aquella, dejando la cúpula celeste lo suficientemente despejada como para ver las estrellas brillar –en lugares donde la contaminación lumínica lo permitía- como débiles luciérnagas atrapadas en un mar de tinieblas.
Además, las lluvias dejaron tras de sí el frío que precedía el invierno, ahuyentando a los transeúntes que algunas veces se aventuraban a pasear en las horas oscuras del día.
Así pues, las calles eran tranquilos cementerios de asfalto dominados por el silencio y la tranquilidad, que solo se veía turbada en el centro, al ser rasgada por la sirena de alguna ambulancia o de un coche patrulla, o por el tráfico, que aunque más ligero a aquellas horas, no podía desaparecer jamás.
Después de todo, aquello era New York.
Pero incluso New York había zonas que quedaban totalmente desiertas a las afueras de la ciudad, calles que quedaban devoradas por la oscuridad, y callejones que amparaban con su profunda oscuridad a diabólicas criaturas.
Criaturas que no se sentían intimidadas pr las glaciales acuchilladas del viento ni por las tinieblas que paseaban libremente, adueñándose de aquellas horas, y que no dudaban en abandonar sus escondites diurnos para saciar la sed de muerte, sangre y caos que torturaban sus corrompidas mentes.
Una de ellas salió del almacén abandonado donde solía resguardarse de los mortíferos rayos del sol. Notaba el vacío en su estómago, el dolor del hambre le corroía las tripas. Estaba peligrosamente hambriento.
La luz de la luna se reflejó en él, provocando que su pálida piel brillara fantasmagóricamente, y añadiendo en sus ojos oscuros como pozos sin fondo un brillo sobrenatural. Comenzó a deambular por las calles, ágil como un gato, silencioso como una sombra, en busca de algo –o alguien- que llevarse a la boca.
Tuvo suerte, no tardó mucho en localizar a una bonita chica que caminaba sola, con paso ligero. Olfateó el aire, y sintió el olor de su sangre, corriendo por sus venas bajo la piel morena. Sangre joven, limpia, tibia, nutritiva y dulce.
 
Se deshizo de las sombras que le habían mantenido oculto y caminó hacia ella.
Algunos de sus hermanos permanecían escondidos, acechando, y saltaban sobre su presa cuando esta pasaba cerca, ignorando el peligro al que se habían expuesto. A él, aquella clase de tácticas le parecían absurdas.
La naturaleza les había obsequiado una belleza sobrenatural, un encanto hipnótico, un halo misterioso que era capaz de capturar a cualquier humano al que se acercara.  Y él lo aprovechaba. Caminaría hacia ella, y esperaría hasta el momento en el que se cruzaran. En cuanto la mirada de la chica se encontrara atraída por la suya, saltaría sobre ella, para clavarle los afilados colmillos, y entregarla a las frías garras de la muerte.

~ · ~ · ~
Bueno, que conste que esto es un  experimento que escribí en 
una libreta (presa del aburrimiento) y que no me gusta nada 
escribir en papel, asi que no me lo tengais mucho en cuenta, please.
No obstante, agradeceré comentarios. ^w^

3 comentarios:

  1. Oh, tu escrbiendo sobre papel? Pero que es esto? El fin del mundo? O_O
    jajajaj bueno, como dijiste "agradeceré comentarios" pues aqui estoy
    el fragmento esta muy bien, asi con aire misterioso mola
    si quieres algun defecto, las comas
    pero me gusta mucho :)

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  2. Te digo una cosa? me has dejado a medias. Qué pasa luego!!!!??????? No puedes dejar a una persona así, eres malvada!!

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  3. Oye, esto es una gran putada dejar a la gente así... (suerte que lo estoy leyendo con la segunda parte publicada e_e xDDDDDD)

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