29 abril 2010

The mirror. Fragment.

Ella tosió y dio un paso atrás. No se dio cuenta que detrás de ella descansaba un balancín de madera, seguramente antaño utilizado para entretener a algunos infantes, y tropezó con él, perdiendo el equilibrio. Casi consiguió estabilizarse de nuevo, pero su espalda chocó contra lo que creyó una pared y cayó sentada. La vela se apagó al instante, un segundo después de que la llama bailara violentamente, y una nube de polvo se levantó desde el suelo, y cubrió por completo a la accidentada.
-Perfecto…-murmuró- si Evangeline se entera le dará un ataque…
Miró el balancín con el que había tropezado. Lo vio claramente, ya que la luna aportaba suficiente luz a través de las redondas ventanillas como para definir mediadamente todo lo que la rodeaba, como si quisiera demostrar que no le hacia falta la vela. Beatrice pudo comprobar entonces que el balancín era la figura de un caballo tallado en madera verde, y aún se balanceaba adelante y atrás del impacto. El animal parecía burlarse de ella con cada balanceo, así que ella se levantó indignada y puso los brazos en jarras.
-Ríase, ríase cuanto quiera… pero tenga en cuenta que yo saldré de esta estancia, y usted continuará aquí durante mucho tiempo, cubriéndose de polvo-hizo una pausa y cayó en la cuenta que estaba hablando con un objeto inerte-. Genial… ahora estoy hablando con un balancín… Tal vez si esté un poco chiflada, después de todo.
Sin darle mas importancia al tema, se dio la vuelta, y descubrió que la oposición que había encontrado para mantener el equilibrio no era una sólida pared, sino un pesado objeto muy alto que descansaba cubierto por una sabana que había perdido la blancura hacia ya mucho tiempo. Tuvo que dar un paso atrás para apreciar mejor sus dimensiones, parecidas a las de un armario. Beatrice contornó los ojos y acarició la sábana, escuchando claramente como su curiosidad le gritaba que descubriera aquello que escondía, arrojándola de un tirón al suelo. Y claro, nadie podía enfrentarse a su curiosidad, ni Evangeline, ni ella misma, así que dio un fuerte tirón, y la tela cayó silenciosamente al suelo, bailando en el aire, y levantando una segunda nube de polvo, que acabó de cubrir a la joven. Pero sin embargo a ella no le importó, por que ni siquiera se dio cuenta, concentrada como estaba en la pulida y brillante superficie que había descubierto. Y es que aquel enorme objeto no era más que un grandioso y extraño espejo de madera oscura. Estuvo contemplando su nuevo descubrimiento durante varios minutos, sin hacer ni el más leve movimiento.
Estudió las formas talladas en los laterales. Eran en su mayoría extrañas plantas, como si se tratase de una enredadera, pero también estaban talladas las torres de un castillo, un molino, unas estañas flores, y algunos animales. Era un espejo verdaderamente detallado, y seguro que muy valioso, pero no comprendía como había ido a parar un objeto como aquél a manos de su séptima tutora. No pensó en ello, pues seguía concentrada en la reflejante superficie, que se mantenía en perfecto estado, como si el tiempo no hubiese pasado, ya que no tenía ni una rotura, una rayada o una mancha de humedad, y brillaba como si lo acabasen de limpiar.
Beatrice miró los ojos de su reflejo. Estaban ligeramente hinchados, seguramente a causa  del llanto que la había invadido hacia a penas unos instantes, convocado por los tristes recuerdos. Inclinó la cabeza, y el reflejo hizo lo mismo. Dio un paso atrás, y la otra Beatrice se movió de la misma forma. Podría haberse pasado enfrente de aquel espejo toda la noche, sin saber por qué. Era lo más interesante que había visto desde su llegada a Inglaterra, a pesar de que no parecía tener nada de especial. Pero poseía algo que la atraía y la intimidaba al mismo tiempo.
Siguió contemplando el reflejo, ya no sólo el suyo, sino también el de todo cuanto la rodeaba, y fue entonces cuando le pareció ver que una sombra pasaba velozmente a las espaldas de su gemela. Se dio la vuelta rápidamente, por puro instinto, pero no encontró nada, más que la melancólica calma de los artefactos y el destrozado silencio de años de memorias.

Otro trozo de historia... que conste que utilicé "Beatrice" por que me parece
un nombre muy repipi y aristocrático. Si.... esto es el resultado de mi 
aburrimiento... comentar si lo habeis leido.

25 abril 2010

Dilemmas. I hate it. (VI)

~~~
Di que estoy loca.
Di que soy idiota.
Si, dilo y acertarás, por que estaba llamando a Strify a la una de la mañana. Pero necesitaba saber para poder dormir, compréndelo!
“…” El teléfono comenzó a sonar al otro lado.
“…” Aún estaba a tiempo de colgar.
-Espero que alguien se esté muriendo, por que si no te mataré!-exclamó desde el otro lado del teléfono.
-A lo mejor…-murmuré mientras mi subconsciente me gritaba que era una idiota por llamar a esas horas.
-O-oh! Eres tú… lo siento, pensé que era Yu… uhm… q-que sucede?-tartamudeó, con voz casi inaudible.
Oh por dios! Tartamudeó! Era tan increíblemente monoso! Y yo ni siquiera podía verle la cara en ese momento…
-Eh… me preguntaba si fuiste tu quien llamó antes, esta tarde…-dije, apretando el teléfono en la mano.
-Yo… uhm… si -murmuró.
-Ah, vale, está bien. Me resultó extraño…-tenía que inventarme una excusa rápida- y a Luk no le dio buena espina, ha visto demasiadas películas de terror.
-Espera... me llamaste a la una de la mañana para preguntarme si fui yo quien te llamó esta tarde?-preguntó, y yo me sentí irremediablemente culpable.
-Yo… si. Lo siento…
-Bueno, no pasa nada. Así puedo hablar contigo!-Se echó a reír, y yo también, agradecida de que no estuviera molesto. Cómo había podido ser tan estúpida para llamarlo a esas horas?
-Vas a hacer algo mañana?-preguntó y suspiro, aliviado de decirlo por fin.
-Depende de la hora…
-Alrededor de las 6?
-Termino pronto de trabajar, así que a esa hora ya estoy libre-no pude evitar sonreír.
-Ehm…-hizo una pausa- quieres salir a cenar?
Me dejé caer encima de la cama (si, estaba en mi habitación, aun no lo dije?) y agarré un cojín entre los brazos, dispuesta a apretarlo hasta que se le saliera el relleno.
-Si, suena bien-dije, al fin, y el suspiró otra vez.
-Muy bien!-rió-Podrías venir a mi apartamento a las 6?
-Sí, si se donde está-esta vez reí yo, pero en realidad eran los nervios mal contenidos.
-Oh si!-dijo, y me dio la dirección, que intenté memorizar.
-Te veré mañana-dije, y esperé a que él se despidiera para colgar.
Arrojé el teléfono encima de la cama, a mi lado, y apreté el cojín aún más, para liberarlo después con un suspiro. Me quedé mirando al vacío hasta que recordé que no tenía mucha memoria, así que lo mejor seria que me apuntara la dirección. Con la cabeza que tengo, seguro que la hubiera retenido como mucho cinco minutos.
Cuando arranqué el papel en el que había escrito la dirección el bloc de notas, la leí como siete veces. Después me apreté el papel contra el pecho y me dejé caer hacia atrás. Un movimiento muy peliculero, pero en ese momento me sentía como la protagonista de un romance perfecto.
La segunda cita llegó en menos de dos días después de la primera! Y esta vez era una cena… Una cena con Jack Strify… Dios, era perfecto! Pero ahora aún tenía que esperar hasta el día siguiente… hasta las 6… sería capaz sin que me diera un ataque de nervios o algo así? Bueno, lo intentaría.
Antes de dormirme, una palabra cruzó fugazmente mi cabeza… Strify, siempre él.


Hoy muy corto, pero es que si no, 
pues se hace pesado, y me llamais 
cansina. (No lo haceis por que sois 
buenas personas, pero podriais)

Wonderful dreams.

El ventanal estaba abierto, y una brisa de memorias dolorosas se colaba por él. Fuera, el frío ahondaba en el jardín, mientras la Luna pintaba la fuente y las flores de un plata entristecido, y la oscuridad jugaba con los sueños de los durmientes, transformándolos en pesadillas si le venia en gana.
Pero había alguien que aún no se dejaba vencer por el sueño, una joven que tenía miedo de cerrar los ojos. Su cabello liso caía por su espalda, mientras unos mechones oscuros se dejaban llevar por el viento, y bailaban con elegancia delante de su rostro. Sus pestañas se agitaron, luchando contra el hechizo del mundo imaginario. Sus mejillas tersas estaban húmedas, y en su boca roja asomaba una mueca de dolor.
Porque, mientras ella asomaba su cara por la ventana e intentaba, en vano, buscar las estrellas –ahora cubiertas por la espesura de unas nubes intrusas-, recordaba un suceso trágico. Tres años de un corazón vacío, un aniversario que no celebraba, pero que tampoco podía enterrar a puertas cerradas en los confines de los recuerdos.
Extrañaba tanto a su padre… su sonrisa cada mañana, escucharlo murmurar cinco imposibilidades antes del desayuno y, sobretodo, sentir sus brazos alrededor de ella, mientras susurraba su nombre con cariño.
No quería dormir, porque si lo hacía, soñaría con él, y al despertar, su imagen se desintegraría con los rayos del sol matutino y, como siempre, ella quedaría tan vacía y que se ahogaría en un llanto que la quemaría lentamente, y sabía que no podría soportarlo otra vez.
Hacía tantos meses que no había vuelto a sonreír… la diversión que había Inglaterra se había ido, siguiendo los pasos de su padre. Ahora, la sociedad no era más que un grupo de personas que seguían unas reglas y hacían lo mismo, una y otra vez.
Los cambios eran rechazados y las innovaciones repudiadas, nadie intentaba hacer algo diferente, ni se esforzaba por alcanzar límites hasta entonces desconocidos.
La habitación de la joven estaba cubierta de penumbras. Sólo algunos tímidos rayos lunares servían de iluminación en el negro que se comía las paredes y que escondía los detallados adornos. Debía ser tarde ya, porque sus fuerzas la traicionaban, y sus párpados parecían enormemente pesados. Su mente obligó a sus pies a llegar hasta el lecho, donde se dejó caer. La joven se dejó vencer por el cansancio y, abrazando la almohada con fuerza, se dejó arrastrar por el ladrón de realidad.
Unas lágrimas más adornaron sus ojos, que cerró con firmeza, rogando a su mente que le trajera un sueño en el que, por primera vez, pudiera escapar de la monótona y triste realidad, y poder sentirse feliz, aunque todo fuera una simple falsedad.

Un vestido rojo oscuro cubrió a la joven que, de pronto, se vio rodeada de una oscuridad total, sin luces plateadas ni sonidos nocturnos. Se asustó, pues no sabía que había bajo sus pies, o si se encontraría con algo más adelante. Al final, arriesgándose a encontrar lo que fuera que esperaba en la oscuridad, Alicia comenzó a mover sus pies, arrastrándose lentamente hacia la nada. Pronto, sus miedos fueron justificados. Dejó de sentir el suelo y se vio irremediablemente arrastrada hacia abajo, a las profundas tinieblas. Sus gritos formaron ecos, que sólo lograban ahondar más su temor. El cabello azabache que antes caía sobre sus hombros, ahora se veía agitados en todas direcciones, junto con la falda de su vestido, ya que eran fácilmente manejados por la precipitación de su caída.
De pronto, se detuvo precipitadamente, quedando suspendida en la infinidad del aire. Y, justo cuando se decidía a moverse, sintió cómo caía de nuevo, contra algo duro. Por fin había llegado a una superficie. No estaba segura de ponerse en pié, así que acarició aquel suelo con los dedos, para asegurarse de que era real. Parecía tierra, y estaba cubierta de hojas, supuso, ya que no podía ver nada, perdida como se encontraba en aquella tupida oscuridad.
No muy lejos, una luz con bordes azules se encendió y, a pesar que desconocía todo cuando la rodeaba, decidió que ir hacia allá era su mejor opción. Se puso en pie, y se dirigió a aquella muda invitación de luz. Un aire helado la rodeó cuando la luz se hizo más grande. El fulgor brillante se volvió hacia ella con más intensidad, rodeándola y cegándola por unos instantes. Sus ojos, lastimados por el resplandor, se vieron forzados a cerrarse.
Alicia, con la vista cegada, pudo percibir un cambio en el ambiente. Lentamente, fue despegando los párpados. Un hermoso panorama nocturno se trazó suavemente ante su mirada; los árboles permanecían inclinados con gracia, cómo si tiempo atrás hubieran hecho una reverencia a algún soberano. Tanto sus hojas, como la maleza húmeda que componían el paisaje, eran de un color verde oscuro que destellaba de azul, bañados como estaban por la luz de la luna, que brillaba en el cielo, mucho más grande de lo habitual. Sin embargo, a pesar de lo mucho que disfrutaba del colorido y armonía de aquel novedoso paisaje, tenía que salir de allí.
-Pareces necesitar ayuda.
La joven se sobresaltó, y giró en todas direcciones buscando de dónde podía proceder aquella voz, pero la única señal de vida que sus ojos presenciaron fue un gato, que se encontraba descansando sobre una rama de árbol. El felino era grande, más de lo que estaba acostumbrada a ver, pero lo más extraño era su pelaje, espeso y rayado, que lucía de manera espectacular en colores gris y azul. Al fijarse un poco más pudo ver que sus pupilas eran apenas una rendijas, delgadas y negras, y que miraban fijamente hacia ella. Sacudió la cabeza y continuó buscando al que había pronunciado aquellas palabras, ya que todo el mundo sabe que un gato no puede hablar.
Estaba a muy poco de darle la espalda al animal cuando éste esbozó una amplia y tenebrosa sonrisa, mostrando una ristra de dientes blancos y brillantes.


Con esa firme idea en la cabeza se sintió más relajada, en cualquier momento volvería a estar en su habitación. Se alegró, también, de que a sus veinte años aún pudiera crear algo tan ilógico como aquello. Aún no se había vuelto igual de aburrida que las personas que le rodeaban, aún conservaba una imaginación tan grande cómo la de su padre.
El felino desapareció, y se volvió visible a unos centímetros del rostro de Alicia, que dio un respingo. Sonriendo, el felino comenzó a flotar a su alrededor.
-¿No me dirás tu nombre? ¿O es que acaso careces de uno?
-Me llamo Alicia -respondió ella, sonriendo-¿Y tú?
-Mucha gente me conoce como Chesire...pero sin embargo, te permito que me llames Ches-hizo una pausa larga mientras flotaba lentamente en el aire-Y dime, Alicia. ¿De dónde vienes? ¿Dé muy lejos, de muy cerca o de en medio?
-De ninguno, vengo de arriba-respondió confundida.
Ches giró sobre sí perezosamente, sin apartar la mirada de la joven.
-¿De arriba, eh? ¿Una larga caída?
-Algo así…
El felino sonrió de nuevo, cómo si una idea hubiese surgido en su mente.
-Entonces debes estar cansada y sedienta. Te llevaré a la fiesta de té.
-¿Fiesta de té?
-Sí. El sombrerero va estar muy contento de tener una invitada más.
Todo sonaba cada vez más confuso, pero Alicia siguió a Ches sin rechistar cuando este comenzó a flotar entre los árboles. No estaba muy segura de querer seguir al gato, pero la curiosidad hizo su aparición, y venció a la desconfianza. Quería ver con que nuevas criaturas elaboradas por su mente se encontraban en su camino.
Después de unos minutos, el ramaje les abrió paso, dando lugar a un paraje muy distinto. En una explanada, descansaba una larga mesa, repleta de pastelillos, tazas y vasijas, y teteras, que humeaban, seguramente llegas de exquisito té caliente, ya que en el aire que se respiraba allí flotaba un olor dulzón y suave, muy agradable.
Un poco más al fondo, en la explanada,  se encontraba lo que parecía una vieja casa de madera, cuyo techo estaba recubierto de paja y, más arriba, en la punta del techo, lucían unas destruidas hélices de molino.
Cuando terminó de mirar a su alrededor, Alicia se fijó en una liebre, vestida de traje azul oscuro que se veía bastante inquieta, ya que temblaba bruscamente sentada frente a la mesa, mientras un tic se repetía una y otra vez en su ojo izquierdo. Frente a la liebre, había un ratón blanco, o una ratona, mejor dicho, ya que llevaba un diminuto vestido azul. El roedor estaba sobre la mesa, junto a una taza que le llegaba casi hasta la cabeza, puesto que estaba sobre las dos patas traseras.
-Te he traído un regalo, Tarrant. –dijo el gato, aún junto a ella.
Al principio Alicia no supo a quién se dirigía, hasta que distinguió en uno de los extremos de la mesa, a un tercer personaje, portador de un llamativo sombrero. La joven no pudo evitar fijarse en aquel inusual objeto. Era oscuro, adornado con un listón de color claro en la parte inferior de su circunferencia, de la que surgían algunos alfileres y plumas.  Debajo del sombrero se esparcía una cabellera rojiza y despeinada. Más abajo unas cejas del mismo color que la melena enmarcaban unos ojos que se elevaron hasta encontrarse con los de la joven. Alicia se sintió atrapada por el color que brillaba en aquellos ojos, de un tono verdoso que ella jamás había visto. Poniendo mayor atención, pudo distinguir también un cálido destello de color oro alrededor de la pupila izquierda, y un tono anaranjado rodeando la pupila derecha. Él extraño sujeto le regaló una resplandeciente sonrisa, a la que ella, sin saber por que, correspondió.
El sombrerero se puso de pie y se dirigió hacia ella, sorprendiéndola, ya que eligió cruzar por encima de la mesa a rodearla. Avanzaba agitando los brazos a los lados, para mantener el equilibrio, pues la mesa no era muy estable, y se balanceaba de un lado al otro. Sin embargo, parecía saber exactamente dónde estaba colocada cada cosa, puesto que las esquivaba con gran habilidad sin mirarlas. Alicia escuchó a la ratona protestar enfadada, ya que con los temblores de la mesa estuvo a punto de caer al suelo. Pero Tarrant no escuchó, ni la miró si quiera.
Por fin el sombrerero estuvo frente a ella y pudo observarlo mejor. Llevaba un listón colorido al cuello, que formaba una graciosa pajarita. Como vestimenta, una chaqueta del color de la tierra y un pantalón a juego, un poco corto, pues dejaban ver perfectamente los calcetines a rayas, que le arrancaron otra sonrisa a Alicia, así como los guantes que dejaban al descubierto unos blanquecinos dedos.
Podría haber estado descubriendo detalles de aquel personaje durante horas pero, sin embargo, se sintió fuertemente atraída de nuevo por aquellos extraños ojos, que la observaban sin parpadear. 
-Me llamo Alicia –mustió ella, dando el primer paso.
-Alicia –repitió le quitándose el sombrero y haciendo una pequeña inclinación- Mi pequeña dama. ¿Me harías el honor de acompañarme a tomar el té?
-Creo que nos has omitido a los demás, Tarrant –le dijo el gato, flotando a su alrededor.
-Lo siento –se disculpó el sombrerero, dirigiendo su divertida mirada a Ches, cómo si acabara de notar su presencia. -¿Nos acompañarías a tomar el té?
El gato asintió con una de sus amplias sonrisas, y de nuevo el sombrerero dirigió la mirada a la joven, esperando una respuesta.
-Por supuesto –exclamó Alicia.
El sombrerero se dirigió a su asiento –que era el más alto de todos-, subiendo de nuevo por la mesa, provocando otro alboroto. Cuando se sentó, sus ojos buscaron los de Alicia, que aún estaba en la otra punta, sin saber muy bien cual de los numerosos asientos tomar.
-¡Ven! –dijo, señalando una silla cercana a la de él-. Siéntate junto a mí.
La joven sonrió y se aproximó a Tarrant, rodeando la mesa.
-¿Y de dónde vienes, niña? –preguntó la ratona, observándola con fijeza.
-Ella me dijo que cayó de arriba, Mallymkun –contestó Sonriente por ella.
-Viaje cansando, pues…–opinó la ratona. -¿Entonces de dónde vienes se llama así? ¿Arriba?
-No –contestó Alicia, sentándose. –Se llama Inglaterra.
-Inglaterra, Inglaterra –repitió la liebre, cogiéndose sus propias orejas y retorciéndoselas hacia abajo-. No había escuchado de ese lugar… No, no había escuchado.
-¿Y cómo se llama… este lugar? –cuestionó Alicia.
-Estás en el mejor lugar que puede existir –respondió el sombrerero, inclinándose hacia ella-, el Submundo.
-¿Una taza, una taza? –ofreció la intranquila liebre.
-Sí, por favor –respondió Alicia, quien se moría por probar un poco de té.
La liebre tomó una taza y la arrojó hacia el rostro de la joven, quien recibió el gesto con algo de sorpresa. El objeto de porcelana giraba hacia ella. Pensando en que sólo se trataba de un sueño y que realmente no le haría daño, no se asustó, pero cuando lo vio a sólo unos centímetros de ella no pudo evitar sentir un poco de miedo y se echó hacia atrás, cerrando los ojos.
Cuando pensaba que el objeto colisionaría contra su cara, una mano rápida atrapó la taza en el aire. Al abrir los ojos, vio al sombrerero colocando la taza que había capturado encima de un plato, y la puso frente a Alicia.
-Más cuidado la próxima vez –le advirtió Tarrant a la liebre, en un tono más serio.
La liebre asintió vigorosamente, un tanto intimidada.
-Tranquilo, Tarrant –dijo ,Ches apareciendo en el otro extremo de la mesa. –Te aseguro que ninguno de nosotros pretende hacerle daño a Alicia.
El sombrerero le ignoró, y cómo si no hubiera existido ningún signo de molestia o enfado en su rostro, se dirigió a la joven con una amplia sonrisa y le sirvió un poco de té. Entonces ella pudo ver que entre las palas tenía un hueco que le otorgaban una expresión tierna y inusual.
-¿Cuántos de azúcar, niña? –cuestionó Mallymkun, de pie, junto a una plateada cuchara.
-Uno, por favor –respondió Alicia.
Mallymkun saltó sobre el mango de la cuchara y ésta se levantó, arrojando el cubo blanco por los aires. Para sorpresa de la joven, cayó perfectamente al centro de su taza.
-Gracias –dijo, riendo.
La liebre se servía té en una taza rota, pero no se dio cuenta de lo que hacía hasta que terminó de servir y quiso beber de ella. Alicia tuvo que cubrirse la boca para retener la risa.
-¿Cómo es Inglaterra? –cuestionó el sombrerero.
-Pues… es… muy aburrida.
-¿Nadie, nadie está loco? –cuestionó la liebre, prácticamente gritando.
-No, nadie. Todas las personas están cuerdas, y son iguales. –Alicia reprimió una sonrisa.
-¿Cómo puedes vivir en un lugar así? –exclamó Mallymkun, horrorizada.
Alicia se encogió de hombros, como respuesta.
-Pues aquí no encontraras a una sola persona cuerda–dijo el sombrerero, levantando la mirada hacia todos los presentes-todos estamos locos.
-¡Chalados!-gritó la liebre.
-Dementes…-añadió Ches.
-Como una cabra-finalizó el sombrerero, con una aguda sonrisa.
-Beberé en nombre de la locura.
Sonriente levantó su taza y tomó su contenido de un solo sorbo, pero los ojos de Alicia  se dirigieron al cabello despeinado del sombrerero. Todo ese tiempo, estando sentada junto a él, se había preguntado que se sentiría tocar su extraña melena. No se había atrevido a estirar la mano y pasar los dedos entre los rojos mechones, pero, recordando que seguramente despertaría pronto, y viendo que él estaba distraído observando al gato, decidió no quedarse con las ganas. Estiró el brazo, pero cuando estuvo a punto de rozarle, él se giró de golpe.
-No puedes hacer eso.
Retiró la mano como si se hubiese quemado, y su rostro formó una clara mueca de tristeza al sentirse rechazada. Se había precipitado al intentar algo así, quizás él no la quería tan cerca, o quizás no confiaba en ella completamente, pero era un personaje creado en su mente, jamás se hubiese imaginado que...
El sombrerero se dio cuenta de la expresión de Alicia y se arrepintió de haber dicho aquello tan de repente. Se inclinó sobre la mesa, para acercarse más a ella.
-No, Alicia, has entendido mal –exclamó, desesperado por borrar la expresión desolada de la joven. –Lo que quería decir es que literalmente no puedes hacerlo, no que no quisiera que lo hicieras. Vamos, inténtalo, compruébalo por ti misma.
Alicia, motivada por la mirada verde del sombrerero, estiró nuevamente el brazo, que inclinaba la cabeza hacia ella,  y cuando sus dedos se acercaron lo suficiente a su cabello como para tocarlo… no sintió tacto alguno, si no que su mano le atravesó cómo si de un fantasma se tratase. Volvió a alejar la mano y se la observó de cerca. Torció los labios, parecía perfectamente normal.
-No te asustes, es sólo porque estás aquí sólo en sueños –explicó Tarrant, sonriendo.
-Así es, sólo una parte de ti está en el Submundo, lo suficiente cómo para que puedas sostener los objetos y sentir el clima que aquí se genera, pero no lo bastante cómo para poder tocar a los seres vivientes –completó Ches.
-Pero cuando vengas aquí por ti misma, todo será distinto –dijo el sombrero, esbozando una nueva sonrisa que se desvaneció al ver la cara de duda de Alicia-¿Por qué vendrás, verdad?
-No puedo –contestó ella, bajando la vista- porque nada de esto existe, nada es real.
Una expresión de desolada tristeza ensombreció los ojos del sombrero, que se echó hacia atrás en la silla.
-Qué estés soñando no significa que nada de esto ocurra –dijo- no significa que yo no sea real. Porque lo soy, Alicia, yo soy real.
Sonriente carraspeó.
-Todos. Todos somos reales –se corrigió Tarrant, sin apartar la vista de Alicia.
-Lo siento, pero yo no lo creo así –le costaba mucho trabajo decirlo, mientras los ojos de el sombrerero la observaban. Sobre todo, porque una parte de ella quería pensar que todo aquello era real.
De pronto, se sintió mareada. En un parpadeo, se encontró rodeada de una nada completamente oscura. Se asustó, y quiso desesperadamente regresar a la fiesta de té. Otro parpadeo y Tarrant estaba a su lado otra vez.
-¿Qué pasa?-preguntó a nadie en concreto.
El sombrerero se levantó y se agachó junto a ella, observándola con tristeza.
-Estás a muy poco de despertar –sonó cómo si fuera una condena de muerte.
-Cuando vuelva a dormir, regresaré –prometió Alicia, rogando poder volver otra noche.
Una débil sonrisa se formó en los labios de Tarrant.
-Te convenceré de que soy real –prometió él también.
Entonces, con la última imagen del sombrerero en su mente, Alicia reapareció en el lugar oscuro, la absoluta nada, y se sintió tremendamente sola. Después… abrió los ojos.

El sol le decía buenos días lanzando una brillante luz por su ventanal. Alicia se deshizo de las sábanas rápidamente y salió de la cama de un salto.  Sonrió, por primera vez en mucho tiempo, sintiéndose contenta. Por extraño que le pareciera, no podía esperar para dormirse otra vez.

Ganas de escribir por la mañana...  

20 abril 2010

Listen me.

Escucha mis palabras solo una vez más.
Te garantizo que nunca más volveré a hablarte.
Pero ahora no me puedes aludir.
Solo te pido un favor.
El último.
Ahora solo escúchame.
Ya no siento su calor.
Necesito que acabes conmigo.
Necesito que me ayudes a abandonar este lugar.
Es frio, es cruel, esta vacío.
No tiene sentido.
Él está lejos,
pero su imagen se burla a mi lado.
Ya no tengo su dulzura,
el dulce sabor de sus besos.
Grito, no me escuchas?
Acaba con migo, libérame.
Una vez fuimos amigas, no lo recuerdas?
Batallas juntas hemos ganado muchas.
Y ahora... solo quiero que me mates.
Pon fin a lo que él inició.
Atraviesa mi corazón roto, y haz que deje de latir.
Sin él... nada vale la pena.
Contigo... obtendré la libertad.
Solo escúchame...
Escúchame. 

Tarde deprimente. 

Dilemmas. I hate it. (V)

Me desperté incorporándome rápidamente, y me di cuenta de que me costaba respirar y que estaba empapada en sudor. La sábana estaba enredada en mis piernas, y las mantas estaban en el suelo, hechas un desastre. Me llevé la mano a la frente intentando calmarme. No me podía creer que hubiese tenido un sueño como ese.
Era realmente desagradable, según como lo miraras. No, era desagradable lo miraras como lo miraras, por que solo me confirmaba que ni siquiera durmiendo me olvidaba ahora de Strify, y que deseaba cosas que nunca podría tener.
Incluso en sueños, mi subconsciente se burlaba de mí. 
Intenté ponerme en pié, y digo intenté por que lo hice sin desenredar las sábanas de mis piernas, así que el resultado os lo podéis imaginar, una caída de bruces contra el suelo. Por lo menos estaba fresquito, y consiguió calmarme un poco más, o lo suficiente como para permitirme levantarme de nuevo, esta vez sin percances.
Después de una ducha con agua fría me vestí y me maquillé. Si, me había gustado como había quedado maquillada el día anterior, así que…
Cuando salí al salón Luk me miró con una sonrisa extraña el los labios, y las cejas levantadas. Yo bajé la vista mientras me subían los colores, sin saber muy bien por que, y me dirigí hacia la cocina a por unas galletas.
Normalmente los domingos, Luk y yo íbamos a la cafetería del final de la calle y desayunábamos allí, pero no podía aguantar al llevarme algo a la boca, y además tenía antojo de algo más nutritivo que un simple café.
Me estaba comiendo tan a gusto las galletas cuando Lucas volvió a mirarme con aquella extraña sonrisa.
-Te lo habrás pasado bien esta noche... maja.
Abrí los ojos como platos, y una galleta me obstruyó el paso del aire, provocándome una tos muy desagradable. Casi me estaba muriendo mientras Luk se partía de risa allí mismo, mirando como me ahogaba.
-Estás loco!!??-grité, enfurruñada, aunque en realidad estaba por comenzar a reír también.
-Bueno, bueno…-dejó de reír-vamos a la cafetería, que seguro que necesitas un café bien cargado.
Le dirigí una mirada de odio. No me apetecía saber si realmente sabía que había soñado “eso”, y mucho menos como diablos lo había averiguado. Por supuesto, no le iba a dar detalles, por que eso solo haría que se pusiera más pesado con sus bromas, y era lo último que me hacia falta con mis nervios.
Pero claro, Luk es Luk, así que durante todo el camino hasta la cafetería estuvo insistiendo en que se lo contara. Intentó hacerse “el ofendido” cuando estábamos justo enfrente de la puerta del pequeño local.
-Ah, si? Con que no confías en mi, eh? Muy bien, pues yo tampoco te contaré nada de ahora en adelante… se lo confiaré a mi almohada, que seguro que tiene más mentalidad que tu, y además me cuenta los sueños eróticos que tiene.
Me di la vuelta sin dejar de andar para sacarle la lengua, mientras empujaba la puerta de la cafetería, entrando al revés.
Para variar, no fue lo más inteligente que pude hacer, por que me encontré con alguien que tropezó y casi cae al suelo. Me di la vuelta rápidamente, con los colores ya subidos.
Me quedé a cuadros cuando me di cuenta que la persona “accidentada” no era nada más y nada menos que Kiro.  Y el que le ayudó a mantener el equilibrio, Strify.
-Hey!-saludó él, con su habitual y hermosa sonrisa.
Me tapé la boca con la mano.
-Lo siento, lo siento!
-Estoy bien!-rió Kiro.
Intenté sonreír e intentar a la vez que me dejara de aumentar el ritmo cardiaco.  Lo primero fue fácil, lo segundo… no tanto. Dios… allí estaba otra vez… perfectamente perfecto…
Alguien me bajó a la tierra de un codazo, y me giré con mala cara. Luk. Casi me había olvidado de él… bueno, me había olvidado de él, para ser sinceros. Y ahora me miraba pidiéndome a gritos que los presentase.
-Ehm… Strify, Kiro… este  es Lucas. Y Luk, estos son Strify y Kiro-dije sonriendo.
Lucas asintió lentamente y vi en su mirada un brillo perverso que no me gustó nada.
-Así que esto es Strify, eh?-me dijo mirándome maliciosamente en un tono de voz extraño. No me lo podía creer! Era una zorra vengativa!
Le dirigí una mirada asesina, pero el me miró en plan “te jodes, otra vez le contarás a Luk lo que Luk quiera saber”. Kiro comenzó a reír, y Strify me miró levantando una ceja y esbozando una sonrisa que hizo que mis nervios eclipsaran las ganas de matar a mi querido compañero de piso.
Otro chico se acercó. Era alto, y tenía los ojos increíblemente celestes, con el rostro enmarcado por una melena rubia. Parecía un ángel. De donde salían aquellos chicos?
-Oh! Hey Shin! Estos son Lucas y Amy-le dijo al recién llegado, que sonrió de oreja a oreja al escuchar mi nombre, y yo diría que me hizo algo así como un escáner visual.
Eso me puso más nerviosa. Por que narices me había mirado así? Acaso Strify le había hablado de mí? No, probablemente no. Si Strify le hubiese hablado de mí significaría que tal vez le gustara estar con migo… aunque tal vez lo que le había contado era que digo un montón de tonterías y que soy aburrida… Eso en el caso de que realmente le hubiese hablado de mí y no hubiese sido mi paranoia, atacando de nuevo.
Dilemas… beg!
-Bueno… nos tenemos que ir Strify. Yu y Romeo están esperando…-suspiró Kiro.
Tanto Shin como Strify asintieron, pero el segundo se empeñó en no romper el contacto visual con migo. Mientras, yo me estaba derritiendo, otra vez, absorbida por aquella mirada brillante. Por suerte, antes de que no quedara más de mí que un charco, Shin empujó a Strify, mientras se echaba a reír.
Yo sacudí la cabeza también. Solo habían pasado unos dos o tres segundos según nuestro punto de vista, pero por lo visto fue más de un minuto real, en el que los otros se cachondeaban.  
Strify salió detrás de Kiro, empujado por Shin. Estaba ruborizado, y eso le hizo parecer aún más mono.
-Adiós!!-Exclamó Kiro antes de salir.
-Nos vemos pronto…-murmuró Strify con aquél aire seductor que nunca le abandonaba, antes de que Shin le sacara del local con un último empujón, mientras me miraba una última vez con su ancha sonrisa en la boca.
Cuando desaparecieron, fuimos a sentarnos en una de las mesas. Pedimos algo, y Luk me sonrió apoyando los codos en la mesa, y la cabeza en las manos.
-Es muy hot…-dijo.
-Si, y es mío-murmuré.
El resto del domingo nos lo pasamos en el sofá. Chocolate caliente, Luk, un buen DVD, una manta calentita y un montón de galletas. Lo que yo necesitaba para calmarme al fin.
-Otra película?-preguntó Luk cuando se terminó la segunda que veíamos.
Me eché a reír, aquellas tardes de vagoncio y chocolate no tenían que ser buenas para el físico, pero desde luego si lo eran para la mente, por que me ponían de muy buen humor.
-Por mi bien!-reí.
-Vale, pero la elijo yo-rió también.
Parecía que el chocolate llevara algo raro, por que estuvimos un buen rato riendo sin sentido hasta que Luk pudo calmarse e ir a su habitación, sin dejar de reír, a por otro DVD.
Cuando me quedé sola y dejé de reír me di cuenta que de momento había mucho silencio. Me tapé más con la manta y mojé una galleta en el chocolate. Aquello estaba demasiado bueno para ser real. 
Cuando estaba a punto de morder la galleta recubierta de chocolate, sonó el teléfono, y di un respingo. Miré hacia la habitación de Luk.
-Luk!! El teléfono!!!!
-Cógelo tú, no me seas vaga!
Vacilé. Miré al teléfono, que estaba sobre la mesita antes de entrar a la cocina. Después miré a la galleta, que me gritaba que le diera un bocado. Pero le teléfono seguía insistiendo. Galleta. Teléfono. Hasta los dilemas más pequeños pueden ser un fastidio.
-Emy…!!
Al final, con un resoplido dejé estar a la galleta y tiré la manta por los aires. Ahora es cuando el teléfono dejaba de sonar, como si estuviera escrito. Bueno, pues no, había tenido suerte, lo cogí tiempo.
-Amy!-dije.
“…”
Seguro que lo cogí a tiempo?
“…” esta vez escuché un respiro.
-Hola?-dije entre confundida y amenazante, por si era una broma.
“…” Otro suspiro, y la línea quedó muerta.
 Miré el teléfono extrañamente antes de colgarlo. Estaba confundida. Luk entró y vio mi expresión.
-Pasa algo?-preguntó, sentándose de nuevo en el sofá.
-Eh… han llamado.
-No me digas? Enserio? Por el teléfono? Oh my God!
-Bah! No seas tonto! Quiero decir que nadie me respondió al otro lado… Y creo que era Strify-me dejé caer en el sofá de nuevo, tapándome con la manta y recuperando mi galleta. Lucas me miró incrédulo.
-Crees?-yo asentí- Explícate. Eres adivina?
Le miré mal otra vez. Ese día estaba fastidioso.
-Bueno… no sé… cuando escuché la respiración al otro lado… la sentí familiar… se me encogió el estómago y se me secó la boca… no hay nadie que tenga una respiración así...
Cuando miré a Luk vi que ponía cara de estar flipando.
-Oh Dios… realmente te ha dado fuerte… bueno, cálmate. Inspira, expira-dijo mientras respiraba lentamente. Hice lo mismo para seguirle el rollo, y terminamos los dos riendo de nuevo.
-En realidad… podría haber sido él perfectamente… -dijo Lucas, en tono serio, de momento-quiero decir… la forma en la que te miraba esta mañana! Seguro que por lo menos le gustas!
Cuando dijo eso no pude evitar sonreír como una estúpida. Realmente me había dado ánimos, y en parte eso me disgustaba. Ya me había echo ilusiones otras veces y al final me había estrellado contra la realidad.  No quería que me ocurriera de nuevo. Y menos con Strify, así que mi sonrisa se desvaneció rápidamente.
-Si, pero… y si no es así y soy yo la que esta obsesionada?-Lucas negó con la cabeza-Strify ven, ven! Estoy obsesionada!-grité con las manos en el aire, y Lucas negó otra vez.
-Eso no es obsesión, se llama amor, querida. Y estoy seguro que le gustas. Y confía en ti, si no, no te hubiera contado tantas cosas ayer. Y tu confías en él. Eso es buena señal, así que perfecto!
-Tú crees?-pregunté desesperada, pero vacilante, y Luk asintió.
-Lo creo y lo sé.
Y yo lo hice caso. Luk siempre me aconseja bien acerca de este tipo de cosas, y normalmente tiene razón. Por lo menos no se equivocó cuando dijo que “el último” era un imbécil. La única vez que se equivocaba en el amor era cuando él caia en sus redes. Y ahora comprendí por que. Por que el amor no solo te hace ciego, también te hace sordo, tonto y torpe, y te impide pensar en otra cosa que no sea ESA persona.
Nada pasaba por mi mente. Nada  más que la perfección de Strify.
Strify…
Solo él. 

Comentarios... Gracias por leer mis tonterias ^ ^

19 abril 2010

Dilemmas. I hate it. (IV)

Bueno, en realidad no me importaba lo que era. Iba a verle de nuevo, y con eso me bastaba para estar feliz. Me costaba creer que hubiese gente que tenía tanto poder sobre otras personas. Strify tenía más poder sobre mí que yo misma, y eso me asustaba, y me hacia dudar si quería conocerle o no.
Quiero decir, si él tenía ya tanto poder sobre mí… que diablos pasaría si al conocerlo descubría que también me gustaba como persona?  Al final seria capaz hasta de controlar mi mente y mis pensamientos. Aunque pensándolo bien, ya los controlaba, por que no podía sacármelo de la cabeza ni aunque lo intentara con todas mis fuerzas.
Esa noche, dormí sin sueños, pero lo compensó el hecho de que me pasara todo el día soñando despierta. Por lo menos, el viernes se marchó antes de que me diera un ataque de nervios, ya que hubo suficientes clientes y encargos como para mantenerme ocupada.
Me fui a dormir en cuanto oscureció. Era aún muy temprano, pero quería tener buen aspecto al día siguiente, y dormir más de ocho horas era un requisito indispensable.
En realidad yo nunca dormía más de ocho horas, y mucho menos me iba a dormir tan pronto. Al principio me molestó pensar que había cambiado una de mis más queridas costumbres (trasnochar) para estar guapa para un chico que apenas conocía.
Pero Strify era casi en lo único en lo que pensaba, y más tarde descubrí que no me molestaba tanto como había creído, aunque a veces hubiese deseado poder centrarme en otras cosas. Pero solo eran deseos.
A la mañana del día siguiente, era un manojo de nervios. Y entonces me puse a pensar en la llamada de teléfono. Solo de escucharle al otro lado me puse roja como un tomate e incluso me temblaron las manos. Que narices me pasaría si volvía a ver sus ojos?
Me derretiría totalmente, era un caso perdido.
Y con mucha fuerza de voluntad aguanté “pacientemente” hasta las 2.30. Entonces, me acerqué a Elise haciendo ojitos.
-Eh… Elise… Yo… podría… podría ir a prepararme para… Strify?
Entonces me di cuenta que su nombre aún me sonaba raro en mis labios. Demasiado perfecto… dios! Entonces más que nunca me sentí como la protagonista de una novela.
-Prepararte?-me miró con los ojos entrecerrados-para que necesitas prepararte?
-Por que quiero estar bien!-exclamé. Era obvio.
Elise rió al verme en aquel estado pre-ataque de nervios, y asintió con la cabeza.
-Ves y prepárate para Strify… -murmuro.
Yo la abracé y cogí un poco de maquillaje de mi bolso, para marcharme al baño corriendo. Una vez delante del espejo, me pregunté como maquillarme.
Recordé que a Strify le gustaba el maquillaje, así se decoraba su hermoso rostro, con sombra de ojos y algo de base, así que mi maquillaje tenía que ser por lo menos tan bueno como el suyo.
Y aquello fue realmente difícil sin la ayuda de Luk, pero después de casi veinte minutos quedé satisfecha, y fui a preguntarle a Elise. Con ella no podía hablar de chicos, pero si de ropa y maquillaje, así que era lógico que le pidiera consejo. Me miró durante algunos segundos seria, y por un momento imaginé que me había equivocado al pensar que había quedado bien, pero al final sonrió ampliamente.
-Estás genial! Has estado practicando?
Asentí con la cabeza mientras bajaba la vista y ella sonrió.
-Pues estás muy bien. Seguro que a Strify le cae la mandíbula.
Yo la creí. Elise era muy… sincera, y siempre decía la verdad, por dura que fuese. Por suerte, en este caso no fue así, y ambas nos pusimos a reír. Después de cambiarme me puse delante del espejo.
Cabello: Bien, dentro de lo que cabe.
Ropa: Adecuada.
Maquillaje: Bien.
Accesorios: Perfectos.
Nervios: Si, desde luego estaban ahí.
Estaba enormemente nerviosa! Habían muchas cosas que podían salir mal, claro que también habían muchas que podían salir bien, pero pensaba más en las negativas, como siempre se hace en estos casos. A no ser que tengas la suerte de ser una persona positiva, en ese caso te felicito.
Una de las cosas que podían pasar era, por ejemplo, que me pusiera a decir cosas estúpidas y sin sentido o que me quedara totalmente muda. Ambas opuestas y ambas malas.
En fin, no tuve tiempo para continuar pensando, por que escuché como se abrió la puerta, y me di la vuelta justo para ver como Strify entraba, radiante, para variar.
Vestía unos vaqueros color morado, muy ajustados, y una camisa y un sombrero negro, a conjunto con los guantes, que no tenían dedos. Y por supuesto, el maquillaje, de color plata. Perfecto. Sexy. Strify.
-Hey!-saludó como siempre, con una sonrisa, y se acercó hasta donde yo estaba.
-Hey…-murmuré.
Elise rió y se dio la vuelta, dispuesta a dejarnos algo de intimidad.
-Estas hermosa-Strify sonrió.
Intenté mascullar un “gracias” pero no pude, así que solo sonreí como agradecimiento, y él también lo hizo, mientras que para mi sorpresa, sus mejillas se enrojecían. O era mi imaginación?
-Vamos?-preguntó, y yo asentí.
-Donde quieres ir?
-Sorpresa!!-dijo con entusiasmo, y se echó a reír.
Tenía una de esas risas que recordaban a un niño, una de esas risas que te hacen sentir bien, solo por que suena inocente, feliz y despreocupada. Una de esas risas que te hacen olvidar los malos momentos, y que te obliga a vivir tan solo los buenos. Y lo mejor, una de esas risas que te derriten, pero que hacen que los nervios se esfumen.
Dejó de reír en seco, lo cual me sorprendió un poco, y en un abrir y cerrar de ojos me arrastraba fuera de la tienda amarrándome por la muñeca delicadamente con sus perfectas manos medio enguantadas.
Yo me dejé arrastrar, por supuesto, entre la gente de la calle. De vez en cuando giraba la cabeza, como para comprobar que seguía allí, lo cual era un poco absurdo teniendo en cuenta que me tenía cogida, pero de todos modos yo agradecía ese contacto visual, que me ayudaba a permanecer consciente.
Me rozaba con algunas personas, pero no notaba nada. Solo notaba su mano alrededor de mi muñeca. Dios… tenía las manos aún más suaves de lo que parecían, más suaves de lo que yo me había imaginado.
Todo mi cuerpo estaba en llamas, y mi mente en shock. Nada alrededor era real a parte de Strify y la electricidad que tiraba de mí a través de él. Ese fue el momento en el que me di cuenta.
Estaba irremediablemente enamorada de Strify.
No me costó averiguar que me llevaba al jardín público, por que me sabía el camino de memoria tienda-jardín, jardín-tienda. Pensé que era una buena idea. Mejor que ir al cine o a alguna cafetería. Mucho más original. Mucho más Strify.
Antes de entrar, me soltó y se acercó a uno de esos carritos de helado que salen en las películas. Bueno, alrededor de los jardines y los parques de Berlín siempre había carritos que vendían cosas para los niños o para que los padres de los niños se las compraran. Y al parecer también para Strify.
Cuando se dio la vuelta, llevaba dos helados en la mano, ambos de chocolate. En ese momento no sabia que me apetecía más, si el helado o Strify. Uhm… sin duda lo segundo.
Cuando se acercaba otra vez, paró a medio camino y se dio la vuelta. Se volvió a acercar al carrito y metió la mano en uno de los botes que tenían galletas de barquillo. El vendedor le estaba mirando, pero más que para llamarle la atención le miraba como si fuese algo extraño.
Y cuando se volvió a dar la vuelta, los helados tenían clavados varias galletas de barquillo. Dios… galletas y chocolate. La combinación perfecta. A eso súmale Strify.
Me pasó mi helado mientras nos dirigíamos a un banco de piedra gris.
-No sabía que sabor te gusta, así que…
-No, este sabor es genial. Me encanta.
-De verdad?-preguntó con emoción mal disimulada-o lo dices para quedar bien?
-No, enserio, me encanta el chocolate-reí.
-Bueno, y las galletas no? Si no me las puedes dar…-estiró la mano hacia mis galletas.
-No, tranquilo, si me gustan-reí apartando el helado de su alcance, y él rió también.
No hablamos de nuevo hasta que llegamos al banco de piedra, que quedaba justo enfrente de una enorme fuente. Una vez allí, si hablamos de muchas cosas.
Me enteré de que su nombre era Jack, pero que no era su verdadero nombre, aunque no me dijo el verdadero. “mejor que no lo sepas aún, o saldrás corriendo”.
También supe que era el vocalista de una banda llamada Cinema Bizarre, que estaba empezando a expandirse por América antes que por Europa. Claro, tenía lógica. Su voz era maravillosamente perfecta para ser vocalista de una banda.
También hablamos a cerca de mi nombre, y tuve que decirle todo eso de que era Emily, pero prefería Amy. Él estuvo diacuerdo con migo, por supuesto.
Se alegró, según me dijo, de encontrar a alguien que no se hubiese interesado por él por su posición en la música, y que no le hubiese juzgado por su aspecto.
Por supuesto, yo si le había juzgado por su aspecto, pero en el buen sentido, no en lo que él estaba diciendo. Pensé que era sexy, que tenía que conocerle.
También me habló mucho de sus amigos, al parecer todos pertenecientes a Cinema Bizarre, lo que me hizo pensar que se preocupaba mucho por ellos. Súmale otra cualidad, era dulce.
Sin embargo, no me habló de su familia. Me pregunté por que, pero no se lo dije. Seria inapropiado, y había otras muchas cosas de las que podíamos hablar. Y cuando no se le ocurría que más decir, me hacia algún cumplido, que hacia que me pusiera roja como un tomate. Pero no me sentía incómoda, por que el también se sonrojaba cuando me preguntaba a cerca de mi vida personal.
Así, le expliqué que vivía con Lucas, y que trabajaba en la tienda para poder pagar la universidad. Pero algunas de sus preguntas eran realmente extrañas, divertidas, interesantes. Preguntas a lo Strify, supongo. “Que sientes cuando comes chocolate?” “Que te gustan más, los días de lluvia, o los días de sol?” “Juegas a los bolos?” “Te gusta la purpurina?”
Por supuesto, yo respondía, auque al principio me costó un poco responder preguntas que ni yo misma me había planteado. Bueno, en realidad si hubo una que me había planteado, y no me esperaba que él me la formulara, y mucho menos después de preguntarme si alguna vez había masticado un cubito de hielo.
-Crees que esto es una cita?-dijo sin cambiar la expresión de su hermosa cara.
Hacia rato que no me atrancaba en la conversación, por que cuando me acostumbré a hablar con él se me hizo bastante fácil y agradable, pero como ya dije, la respuesta me pilló por completa sorpresa, y me costó pensar la respuesta.
-Eh… lo será, si quieres que lo sea.
-Es una respuesta que no me esperaba-sonrió-y si, me gustaría que fuera una cita.
Así que al final fue una cita. Y por que él quería, este es un hecho bastante importante, o por lo menos para mí lo era.
No tardé en darme cuenta que aquello no estaba siendo para nada como yo había pensado. Recordáis que le dije a Lucas que seguro que buscaba sexo y ya? Bueno, pues me di cuenta que Strify era extrovertido, pero no un fresco, y que no parecía buscar tan solo un magreo. Claro que también podía resultar que solo fuera mi imaginación, pero intenté apartar esta idea de mi cabeza.
Por desgracia, la cita perfecta se terminó, claro está, y cada uno se fue por su lado. No se donde iba él, pero yo iba directa a contarle a Luk lo maravilloso que era Strify, también como persona, y que a su lado me sentía perfectamente feliz, pero también para pedirle consejo, por que mi cita había sido perfecta, pero quería mantener esa perfección. Cómo podía hacerlo? Qué podía hacer para asegurarme de que Strify no se alejara? Qué?
~~~
Me miró directamente a los ojos, y no había más que pasión en ellos. Sus manos, siempre suaves, acariciaron mi cuerpo, provocándome estremecimientos que me atravesaban como corrientes eléctricas.
Mi respiración fue más rápida cuando me acostó en la cama.
Sus labios se burlaban de mi piel, su aliento me hacia cosquillas. En todas partes donde me había tocado, sentía como si estuviera ardiendo.
Se apoyó en los codos, se inclinó hacia delante. El espacio entre nuestros labios se fue haciendo cada vez más pequeño… pero el beso nunca llegó.

18 abril 2010

Dilemmas. I hate it. (III)

No pude reprimir el impulso de mirarles mientras salían de la tienda. Eran personas realmente curiosas, de esas que no se encuentran en todas partes. Me pregunté donde narices se escondían.
Intentaba resolver el dilema cuando vi aquel pequeño trozo de papel doblado por la mitad sobre el mostrador. Vacilé antes de leerlo, tal vez se les había olvidado y no era plan de ser una cotilla.
Y un cuerno, en menos de dos segundos lo hube leído. Aunque en realidad no era muy extenso, que se dijera. Un número de teléfono, un “llámame” y… =^.^=
El resto del día se fue en un abrir y cerrar de ojos. Cerré la tienda, conforme había quedado con Elise, y me fui a casa. Durante todo el jornal había llevado el papel en el bolsillo, y cada segundo libre que tenía, lo miraba. No podía evitarlo, así que al final me aprendí el número de memoria. (Un poco patético, lo sé, pero no tenía nada mejor que hacer) También analicé la letra. Grande y ligeramente curvada. Perfecta. Si, hasta su letra era perfecta en mis ojos.

~~~
Estaba sentada en el sofá de cuero negro del salón, en chándal, con una taza de chocolate caliente sobre mis piernas, observando el papel, que descansaba sobre la mesa enfrente de mí. Realmente, no estaba segura de si quería llamar.
Por supuesto, quería ver a Strify de nuevo, pero por otro lado… podía resultar decepcionante, por que seguro que aquello no terminaría como realmente lo deseaba. Genial, un nuevo dilema…  con lo que me gustaban.
Detrás de mí sonó la puerta de la entrada, y mi compañero de piso entró, tan alegre como siempre.
-Hiii Amyyy!!-dijo alegremente.
-Hey-murmuré, sin mirarle.
-Problemas?-preguntó, más serio.
Yo asentí con la cabeza, y en menos de un segundo estaba sentado a mi lado, mirándome con los ojos entrecerrados, pidiendo una explicación. Yo era perfectamente consciente de que no dejaría de mirarme así hasta que le diera una explicación.
Aquello era muy típico de Lucas, o Luk, ya le conocía de sobra.
Él y yo compartíamos apartamento. Podíamos pagarnos uno individual perfectamente, pero así era menos solitario, más acogedor, y me sobraba más para mi cuenta de ahorros. Además, nos encantaba estar juntos, con sus buenos y malos momentos, por supuesto, por que era verdad que lo pasábamos muy bien, pero siempre había peleas. Las típicas peleas de espacio, sobre todo, aunque el apartamento no era pequeño, si bien tampoco era enorme.
Una habitación para cada uno, un salón con cocina Office, y un baño, aparte de la pequeña terraza y el estudio, que se había convertido en “el cuarto de los trastos”. No era mucho, pero era mi hogar, y el hogar de Luk, así que era perfecto.
Suspiré profundamente, y aquello le dijo a mi compañero todo lo que necesitaba saber.
-Así que un niño, obviamente.
En aquel momento me di cuenta de que me conocía demasiado bien, y que tendría que contárselo de todos modos, así que asentí con la cabeza, sin dejar de mirar el papel. Él se dio cuenta que no despegaba la vista de la pequeña nota, y en menos de un segundo estaba en sus manos.
Yo miré la taza de chocolate mientras él leía lo poco que había que leer.
-Pero no lo has llamado, supongo…-hizo cara cansina, y yo asentí-Amy! Eres demasiado tímida! Por que dudas?
Yo volví a suspirar.
-Como que por que dudo? Él es perfecto, lo sé aunque casi no lo conozco. Llámalo… intuición-reí, para después ponerme seria- Es perfecto… pero seguro que solo quiere sexo.
Luk pareció estar pensando algo durante un segundo hasta que al fin dijo algo, echándose hacia delante.
-Háblame de él.
Mientras pensaba que decirle exactamente, tomé un sorbo de chocolate. Después, puse la taza en mis piernas de nuevo y reí, sabiendo previamente que aquello sonaría tremendamente cursi.
-Él tiene los ojos más hermosos que he visto nunca. Están llenos de luces y tienen una chispa y… cosas que no he apreciado en nadie. Cosas que necesito entender-Luk me miró con emoción, el pobre era muy romántico-Y su pelo… dios! Es castaño, pero con la greña rubia, y cuando se mueve se agita a su alrededor como si fuese seda. Y su voz es dulce y tierna y divertida… Se llama Strify. Él sabe como me llamo yo, y que trabajo en la tienda de Elise, por que es allí donde le conocí, pero nada más-bajé la vista, desalentada, y Luk suspiró mirando al vacío.
-Suena maravilloso…
Si, por si no lo sabíais aún, Luk era gay. Y esto le convertía en un amigo increíble, por que podía hablar de todo con él, incluso de chicos. Con Elise no podía hablar de chicos, no me preguntéis por qué, simplemente no podía.
-Desde luego…-susurré- es perfectamente maravilloso.
Una de mis combinaciones de palabras, os iréis acostumbrando, o eso espero, por que las utilizo frecuentemente.
-Y por que no le llamas?-concluyó él- Si ves que no es lo que te esperabas, coges hasta donde quieras y te marchas.
Yo levanté la vista. Aquella era una típica frase de Luk, pero esta vez le encontré sentido. Por supuesto, yo podía cortar en cualquier momento si la cosa no me gustaba, y podía “coger” hasta donde me interesara. Y por ahora me conformaba con escuchar su voz de nuevo, por que le iba a llamar.
Le di la razón, y él sonrió triunfante. Siempre me ayudaba cuando le necesitaba.
Y allí estaba yo, aún sentada en el sofá, con una taza de chocolate frío sobre mis piernas, sujetando el teléfono  en una mano temblorosa. Y sí, estaba llamando a Strify. Y no, no podía esperar más a escuchar su hermosa voz otra vez. Era adicta, o algo así.
“…”
“…”
“…”
El maldito teléfono sonaba, pero no lo cogía, y yo estaba al borde de un ataque. Iba a colgar cuando su voz sonó al otro lado, haciendo que mi corazón diera un brinco.
-Strify-su voz era alegre.
-Uhm… Hey… soy Amy, de la tienda de ropa-ni siquiera sabia que decir, y me puse roja como un tomate. Por suerte, él no podía verme.
-Hey Amy!-rió.
Oh dios, yo ya me estaba derritiendo de nuevo al escucharle reír. Como narices iba a poder hablar con él así? Era imposible entablar una conversación medianamente normal!
-Como estás?-preguntó cuando me callé.
-Bien. Tu?-conseguí no tartamudear, pero la voz aguda comenzaba a notarse. Mierda de voz aguda. La odio!
-Estaba aburrido, pero ahora estoy perfectamente por que me ha llamado una chica linda.
Tuve que taparme la boca para no soltar uno de mis patéticos gritos de emoción. Siempre estaban dispuestos a estropear un buen momento, pero esta vez no. Claro que no pude evitar volver a ponerme roja. Dijo linda o ya estaba flipando? Luk me hizo movimientos histéricos con la mano para que dijera algo, pero yo no sabia que responder. Había alguna respuesta posible a esa frase!!!???
-Quieres que pasemos un rato juntos?-por suerte habló él primero, con un tono un poco más serio, y pude calmarme.
-Si, claro.
-Mañana?
-Uhm… tengo que trabajar mañana.
Se escuchó algo así como un resoplido al otro lado del teléfono, más o menos como el que Luk hizo a mi lado.
-Incluso por la noche?
“Danger” se escuchó en mi cabeza.
-No, pero el sábado tengo que comenzar muy pronto a trabajar, por que estamos a final de mes.
No supe por que le dije eso, seguro que no comprendía lo que “final de mes” tenía que ver, pero de todas formas me sentí orgullosa de haber dicho una frase larga sin hacer cosas raras, aunque Luk no pensaba igual que yo, por que se golpeó la frente con la mano.
-Uhm… que pena. Y el sábado, más tarde?
-termino a las 3 el sábado-no pude evitar sonreír anchamente.
-Está bien, pues te pasaré a recoger cuando termines.
Yo abrí los ojos. Tendría tiempo suficiente para prepararme? Oh, dios! Probablemente no, pero tal vez Elise me dejaría unos minutos.
-Vale-dije alegremente.
-Bueno, ya te veré- dijo, y una linda risita sonó después. Yo ya me estaba derritiendo otra vez, a este ritmo no quedaría mucho de mí para el sábado.
-Nos vemos-fue todo lo que pude decir, y después colgué, y tiré el teléfono encima de la mesa del café, como si me quemara en la mano. Luk reía como un idiota, yo estaba totalmente colorada.
-No te rías de mi!-exclamé, sin aguantarme la risa.
-Lo siento, pero es que… estabas tan mona!!-dijo, sin dejar de reír-realmente te gusta, no?-le caían lágrimas y todo, pero yo asentí-que mona!!!-repitió.
Yo me enfurruñé y me levante, dejando antes el vaso sobre la mesa, no penséis que me lo tiré encima yo sola, aunque en ese estado podría haber ocurrido. Pero no fue el caso.
Mientras que Luk continuaba riendose a mi costa, me dirigí a mi haitación. Cerré la puerta a mis espaldas y me acosté en la cama, para mirar el techo.
Tenía una cita con Strify.
Por que  una cita, no?

Best friends.

(...) De pronto, la puerta de su apartamento se abrió, y escuchó como alguien se dirigía al salón donde ella se entontraba. No se inmutó, siguió mirando la televisión, que brillaba escesibamente en la oscuridad del apartamento Sabia de sobra que era Shin,  por dos motivos. 
El primero, era el único que tenía llave de su apartamento, aparte de Yu, pero este no tendría el valor de ir a verla, por lo menos en unos días. O eso esperaba. 
El segundo, que el sonido de aquellos pasos, pesados y fuertes, solo podían ser causados por las enormes botas del batería.
Además, distinguió el tintineo de las cadenas de su chaqueta preferida cuando se acercó más.
No le miró a la cara mientras él permanecía en pié delante de ella. Estaba harta de parecer una llorona delante de Shin y de ahogar sus penas en él. Seguro que tanto Strify como Yu se habían desahogado contándoselo ya, y no necesitaba que ella se lo repitiera para parecer una pesada.
Pero Shin le tendió una mano para hacerle comprender que le daba igual escuchar sus penas, por que siempre estaría ahí para ella.
Lenna vaciló, pero al final le cogió la mano que le tendía, y él, con un suave tirón, la levantó sin problemas y la estrechó entre sus fuertes brazos, como queriéndola proteger de todo el daño que aquello le estaba causando.
Y funcionó, por que rodeada con los brazos de Shin, Lenna se sentía segura siempre. Allí nada podía hacerle daño jamás. Por fin sentía esa sensación de bien estar que él conseguía trasmitirle, sin saber como, y quería continuar sintiéndola.
Enterró la cabeza en el cuello de su mejor amigo, y aspiró el aroma de su pelo, fresco y dulce. Único, actuaba como una anestesia sobre su mente, adormeciendo los pensamientos que la atormentaban.
Enredó las manos en las cadenas que caían por su pecho, y él apoyó la cabeza sobre la de Lenna, y le acarició el pelo mientras la mecía suavemente.  Más que nunca, ella sintió que Shin era su ángel de la guarda, su protector, lo necesitaba, y le quería. Le quería mucho.
Shin continuó meciéndola en sus brazos durante un tiempo indefinido, sin importarle que tuvieran que ser horas. Sabía que ella le necesitaba, y él necesitaba saber que estaba bien, por que la quería. La quería mucho.
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He aquí otro trozo de una historia perdida. Siento torturaros con estas cosas, de verdad, pero es que me aburro.

14 abril 2010

New fanfic. Dilemmas. I hate It.

Bueno, nada... que para matar el aburrimiento y calmar a las hormonas, no se me ocurrió otra cosa que escribir en media hora una historia bastante larga. No me gustó el final, pero por algo está la tecla "Supr", así que me dispongo a modificarlo, y a hacer que termine como es debido, y como más quisiera yo.
No está bien escrita danger: shit!, ya que no estaba hecha para que la leyera nadie (No se por que he decidido subirlo al blog, de hecho, es una pregunta que me plantearé más tarde) Así que no espero que os guste ni siquiera un poco. Eso sí, os pido por favor que comenteis, por que yo siempre lo hago.  En fin, la protagonista es una chica bastante insegura y enamoradiza, y eso le causa muchos dilemas, de ahí la palabra en el título. El resto? "I hate it" por que como comprovareis si la leeis, dios no lo quiera, le desagradan muchas cosas.
En fin, os dejo con las dos primeras partes. Marcharos ahora que aún estais a tiempo, rápido!!

Advertencia: La autora no se hace responsable del alto nivel de ñoñeria, cursilidad y fantasia que puede contener el relato, ni de las consecuencias directas que pueda causar, así como muecas desagradables, nauseas y pensamientos extraños u otros.

Dilemmas. I hate it. (II)

Yo me estaba derritiendo, solo pude sonreír.
-Uh… donde puedo encontrarla?-preguntó, sin dejar de reír.
Me obligué a concentrarme en mi trabajo y me dirigí hacia la parte trasera de la tienda, invitándole antes a seguirme con una mirada. Cuando llegué hasta la sección de ropa de hombre, señalé algo de ropa, por que no me sentía capaz de hablar.
Era una sensación extraña. Verdaderamente extraña. Tenía ganas de ponerme a hablar con él como si le conociera de toda la vida, e intentar averiguar tantas cosas como me fuera posible, pero a la vez sabia con certeza que si decía algo, seria alguna tontería, y encima me saldría aquella estúpida voz aguda que estaba siempre dispuesta a acudir en los momentos menos indicados.
Desde luego… como una adolescente descontrolada. Odiaba la voz aguda.
Sentí un extraño cosquilleo en todo el cuerpo cuando él me dio las gracias con aquella melodiosa voz, acompañando las palabras con una hermosa y extraña sonrisa.
Sinceramente, nunca creí en el amor a primera vista, siempre creí que eran estupideces inventadas para las ñoñas películas de amor que siempre acababan felices, pero en ese momento no hubiese podido negar que existía, por que aquel desconocido, con aquella sonrisa, había echado mis creencias a tomar viento.
Finalmente, decidí que seria mejor no mirarlo y volver al mostrador, y lo conseguí durante unos segundos, antes de volver a girar la vista. No tendría que haberlo hecho, por que me quedé como embobada viendo como su hermoso y perfecto cabello bailaba cada vez que se movía, con aquella extraña elegancia tan poco común.
En fin, al final me concentré en comerme el “sándwich del descanso” en otro lugar donde no estuviera dentro de mi campo de vista, así que descarté el mostrador, y me fui a otro taburete que había entre los probadores y la puerta del almacén.
-Amy?!-escuché de pronto, y me di cuenta de que Elise me estaba llamando- Por favor, ayuda al chico que hay de pie esperando en el mostrador.
Oh, bueno… aún no dije nada sobre mi nombre, no? Bueno, pues mi nombre es Emily, y me gusta. No se por qué, pero me gusta. Lo que no me gusta es su diminutivo, Emy. No, tampoco sé por que no me gusta su diminutivo, lo único que sé es que ya que odio que me llamen así, me llaman Amy, que suena parecido. Bueno, más o menos. Elise también me llama Ángel a veces.
No se por que lo hace, estoy segura que sabe tan bien como yo misma que no soy nada parecida a un ángel. Si, tal vez al principio parezca algo tonta e inofensiva, pero os aconsejo tener cuidado con las primeras impresiones, por que si yo o alguna de las personas que quiero están en peligro, puedo acercarme y apuñalar por la espalda a quien haga falta.
Así que… tal vez Elise me llame así para molestarme un poco. Después de todo, es mi mejor amiga, así que molestarnos es una de nuestras actividades preferidas.
En fin, miré hacia el mostrador de mala gana y le vi a “él”.
-Pero es hora de mi descanso!-Refunfuñé como excusa.
-No me importa!-dijo Elise.
Suspiré y me dirigí al mostrador de mala gana, después de darle el último bocado al sándwich. De nuevo, aquella sensación estúpidamente estúpida me invadió de nuevo al verle los ojos otra vez.
Me pasó todas las prendas, y yo las pasé por los infrarrojos, como siempre. Y estaba segura que no tenían mucho de rojos comparados con mi cara.
-80 €, por favor-dije al final, sin tartamudear.
Me costó, pero lo conseguí. Me dio dinero, y yo el cambio. Puse la ropa en una bolsa de plástico, mientras decía la típica frase que el vendedor le dice al cliente después de pagar.
-Que tenga un buen día!-la tenía tan aprendida que ni siquiera me costó, e incluso pude sonreír amablemente.
-Tu también!-rió él, y se alejó.
Me derretí literalmente. Y yo ni siquiera sabia su nombre! Dios, era frustrante!
Pero yo sabia que era una persona asombrosa. Que lástima que probablemente no volviera a verlo.
Dios, era realmente frustrante!
--
Al día siguiente, estaba en la tienda de nuevo, para variar. Y para variar, a primera hora no entraba absolutamente nadie. Elise y yo estábamos realmente aburridas, y ya habíamos organizado la tienda un par de veces, así que comenzamos a jugar a algo así como al “piedra-papel-tijeras”.
-Podrías cerrar esta noche tú la tienda?-dijo Elise de repente-Me tengo que ir un poco antes.
-Claro…-asentí riendo, por que acababa de ganar- hoy es jueves, no tengo nada que hacer.
-Gracias… Ángel-dijo con sarcasmo, y después se puso a reír al ver la cara de fastidio que había puesto.
Yo también lo hice al imaginarme mi propia cara, pero me detuve al escuchar detrás de mí su voz perfecta.
-Y podría este ángel decirnos si tienen esta camisa en una talla más pequeña?
Me di la vuelta, y allí estaba, señalando una camisa que otro chico mas pequeño, a su lado, tenía en las manos. Al ver sus ojos de nuevo, me perdí en ellos, y casi se me olvida que tenía que responder a la pregunta. “Suerte” que Elise me lo recordó con un discreto codazo.
-Eh… si, creo que si… voy a buscártela-murmuré, y me alejé rápidamente hacia el almacén, mientras Elise saludaba a otro cliente que acababa de entrar.
Entré en la habitación y busqué el modelo de la camiseta. Encontré un montón de ellas en el estante alto.
-Por que en el estante alto?-murmuré, poniéndome de puntillas y pasando el dedo por las tallas- mediana, mediana, grande, mediana, extra grande, grande… ah! Pequeña.
La saqué del montón de camisetas y me dirigí de nuevo donde esperaban los dos chicos, para darle la camiseta al más pequeño.
Él sonrió con gratitud y desapareció en uno de los probadores. Yo quería marcharme y seguir con otra cosa para no continuar con aquella sensación, cuando comenzó a hablar.
-Kiro vio mi ropa nueva, y le gustó demasiado. Así que para que no me la quitara, le traje aquí-yo la miré sorprendida- Mi nombre es Strify-sonrió.
Más tarde supe que su nombre completo era Jack E. Strify, y que en realidad ese ni siquiera era su verdadero nombre, pero por el momento, yo me conformé con Strify, ahora “él” tenía un nombre con el que podía soñar.  
-No creo que Ángel sea tu nombre real-continuó, sin dejar de sonreír.
Yo negué con la cabeza.
-No, es Em-Am… -dudé en que decir, y al ver que me miraba de forma extraña, como si estuviese loca o algo así, esperando una respuesta, me decidí por lo más corto posible- Llámame Amy.
Él parpadeó unas cuantas veces, seguramente tardé demasiado en decidir si le decía que era Emily pero que me llamase Amy, o simplemente el falso diminutivo. Suerte que al final acorté la frase, y así también las posibilidades de decir algo estúpido o tartamudear.
-Bonito nombre-dijo, finalmente, sonriendo.
Si, estaba claro que sonreír era una de sus aficiones.
-Gracias-murmuré, sonriendo también.
En ese instante, el otro chico salió del probador.
-Este se ajusta mucho mejor-dijo.
-Te queda bien- Strify asintió con la cabeza.
-Ya lo sé-Kiro sonrió tímidamente, y Strify le sacó la lengua, con una especie de pose pijo muy exagerado.
Yo levanté una ceja. Realmente parecían dos niños pequeños o algo así.
No pasó mucho rato antes de que les cobrara un buen montón de ropa, que hizo que la suma de la caja aumentara notablemente. 
-Si volvéis de nuevo mañana ya podremos montar unos grandes almacenes.
Ambos rieron con el comentario de formas realmente distintas. Mientras que el tal Kiro lo hizo agachando la cabeza tímidamente y cerrando los ojos, Strify se encogió, como si se fuera a partir por la mitad.
Si, desde luego, eran una especie de niños pequeños encerrados en cuerpos de chicos adultos. Por cierto, en ese momento me plantee cuantos años tendrían, pero lo dejé estar.

13 abril 2010

Dilemmas. I hate it. (I)

Todo comenzó un día bastante normal. Monótono. Aburrido.
Me preparaba para otro día de trabajo en la tienda de ropa. Si, mi mejor amiga, Elise,  tenía una tienda de ropa, y yo trabajaba allí para ganar dinero.
Lógico, por eso la gente trabaja.
Y yo necesitaba el dinero para pagar mi media parte de alquiler, mis cuentas, la comida, y por otro lado, estaba todo el dinero que ahorraba para poder ir a la universidad. Pero no me estaba yendo muy bien, sinceramente, ya que no estaba recaudando el suficiente dinero. Me costaba demasiado. A ver, podía pagar todos mis gastos, eso no era un problema,  pero no es que me sobrara demasiado para mi cuenta de ahorros, y los números de mi cartilla subían demasiado despacio.
Y realmente odiaba eso.
Pero hasta que encontrara un trabajo mejor, tenía que trabajar en la tienda de Elise. Y, en realidad, yo no quería otro trabajo, me gustaba trabajar en la tienda. Allí solo estábamos yo y mi amiga, y era agradable trabajar cara al público. Por lo menos más agradable que trabajar en una oficina cara al monitor durante todo el día.
Además, solo tenía 19 años, podía trabajar en la tienda mucho más, y si no me salía rentable al final… cambiar de empleo. No eran unos planes brillantes, pero me servían de momento para resolver algunos dilemas.
Dilemas… los odio.
Pero en fin, me estoy apartando de la historia. Iba a decir como conocí a Jack Strify. Creo que me quedé en que yo me preparaba para otro día de trabajo en la tienda de ropa.
El día no comenzó de una forma especial, ni mucho menos. Otro día sencillo en una vida sencilla.
Cuando abrimos la tienda, no entraba ni Dios. El silencio era abrumador, y solo se podía escuchar a Elise colgando una percha de vez en cuando. Pero al rato, comenzó a entrar la gente en masa. Alguna vez alguien descubrió por que todo el mundo elige ir a comprar al mismo tiempo?
Si alguien lo sabe, me encantaría que me lo explicara.
En hora y media hice más que en todo el resto de la mañana. Terminé completamente agotada, para variar. Tenía calambres de pasar perchas, y la garganta seca de tanto hablar para convencer a las marujas de turno de que la estúpida chaqueta les quedaba bien, y así poder hacer que se marcharan rápido, para poder atender a otro cliente.
Y por fin, se hizo la hora del descanso.
Mientras que me bebía el zumo sentada en un taburete enfrente de un espejo, pensé acerca de mi imagen. Llevaba el mismo peinado desde que me alcanzaba la memoria. Pero en fín, me quedaba bien el corte a lo egipcio. O eso me dijeron en una ocasión. Tal vez el problema no fuera el corte, tal vez fuera el color.
-Crees que debería teñirme el pelo?-pregunté en voz alta.
Elise acababa de terminar con uno de los últimos clientes.
 -Querida, tu pelo es negro, sería muy difícil que te lo consiguieras teñir bien. Además, tu color ideal para el pelo es ese-suspiró.
Asentí con la cabeza. Tenía razón, el pelo oscuro me convenía. Además, me quedaba bastante bien con el maquillaje que solía usar, delineador negro y algo de brillo básicamente, no me esforzaba demasiado en cuanto a maquillaje suponía.
Otra cosa eran las uñas. En ello si empleaba tiempo. Era fetichista de las uñas. Siempre perfectamente limadas, cortadas a la misma medida y pintadas sin un solo detalle. Por suerte, mi compañero de piso tenía la paciencia de ayudarme con la manicura.
Extendí las manos y me las miré. Vi que en el dedo índice de la mano izquierda se me había saltado un poco de esmalte. Levanté la vista hacia el interior de la tienda. No había nadie, tan solo una mujer mirando unas camisas, así que me daba tiempo a arreglar ese pequeño problema.
Abrí el cajón y agarré el pequeño bote de pintauñas negro. Acababa de volver a cerrarlo cuando se me escurrió entre los dedos, y cayó ruidosamente sobre el parquet.
Si, uno de mis numerosos defectos es que soy realmente patosa.
Me agaché soltando maldiciones para buscar el botecito de vidrio. No lo vi por ninguna parte, y me tocó meter el brazo bajo el mostrador. Toqué unas cuantas cosas que no eran lo que buscaba, y no fue muy agradable, pero al final lo atrapé entre los dedos.
Tendría que haber pensado que con el puño cerrado no era tan fácil sacar la mano de debajo del mostrador. Así no hubiese tardado tanto en ponerme en pié.
Cuando lo hice, miré directamente a sus ojos. Fue como si el tiempo se hubiese detenido. Si, lo sé, suena a telenovela, pero fue así. Sus ojos eran perfectos, brillantes, azules como el océano y grises como la plata a la vez. Eso era posible?
-Tenéis también ropa de hombre?-preguntó. Dios, su voz era perfecta también.
Asentí lentamente con la cabeza, no se que cara tendría en ese momento, y prefiero no saberlo.
-Muy bien, muy bien. Pensé que seria mejor preguntar antes de buscar a través de toda la tienda y descubrir que no había ropa para hombre-dijo él con una risita.
Yo me estaba derritiendo, solo pude sonreír.
-Uh… donde puedo encontrarla?-preguntó, sin dejar de reír.

02 abril 2010

Pain & Joy

Is it truly better to have love and lost then to not have loved at all?

I believe in that, yes. Just think that day: When you will be od and you know that your life is gonna end, you think about all the things you have done and what you might have missed. Do you really wanna sit there and think "I have never loved?". I think that pain is a part of the world as joy is. You need to feel both of them.

Es realmente mejor haber tenido el amor y haberlo perdido que no haberlo tenido jamás?
Yo creo eso, sí. Sólo pienso en ese día: cuando eres mayor y sabes que tu vida va a terminar,  y piensas en todas las cosas que has hecho y lo que has podido dejar pasar. ¿Realmente quieres sentarte allí y pensar: "Nunca he amado?". Creo que el dolor es una parte del mundo como lo es la alegría. necesitas sentir ambos. 

Pregunta a Jack E Strify. 

01 abril 2010

Necrania se traslada.

Necrania se ha trasladado a un nuevo blog totalmente dedicado a la historia.
http://necrania.blogspot.com
Nada más, pasar un buen dia ^^